jueves, 9 de diciembre de 2010

El amor: La peor de las excusas

Un viaje más a las entrañas de sus recuerdos abren las heridas del que nunca podrá olvidar la vida que dejó escapar, viendo con las manos abiertas como esas últimas gotas de rocío se desvanecen y caen de la palma de sus manos, cayendo de sus dedos y llenando sus ojos de melancolía.

La vida: este laberinto eterno de pruebas, señales y retos es el peor juego que le tocó vivir...

Es en los momentos de soledad y autoanálisis que te topas con esa gran pared que te cierra los caminos, un golpe salvaje y cruel que te obliga a regresar a tus mejores recuerdos para tristemente darte cuenta lo mucho que perdiste, lo poco que hiciste por cambiar las lógicas y darle ese mágico giro que buscabas desde que eso comenzó.

Es la más triste de sus cartas pero la más bella enseñanza de cómo uno no debería actuar en nombre del amor. Ahora entiende todo, ahora te extraña y necesita con todo el corazón y ahora sufre esta agonía de saber que hoy y sin marcha atrás ha perdido a la persona que siempre buscó, tocó y necesitó.

Los momentos son injustos, pero prácticos en su pasar, por encima de eso están los sentimientos que se congelan en sólo esos instante, esos segundos que deciden por ti las grandes cosas que pueden cambiar el rumbo de tu vida. Caminé junto a mi incredulidad y los deseos superiores de querer sentir cada vez más. En ese juego de buscar grandes sensaciones, buscar ese éxtasis constante me dí cuenta (ahora) que no es ahí donde uno debe buscar el amor que te marcará. Es más bien en esos mínimos encuentros de total naturalidad que uno comparte y se complementa tanto al otro que ahora con pena entiendo que nunca podré recuperar esos instantes, ni mucho menos a esa persona que improbablemente demostró que si existen complementos, si éxisten ilusiones y grandes sueños por crear.

La soledad se enamoró de mí y cuál perdedor yo empezaré a verla con la importancia que debería tener para remarcar la vida que eligí tener, elegí ser y elegí vivir. Creo sin lugar a dudas nunca encontraré esa pizca de locura para arriesgar todo lo que el miedo me preparó. El miedo a perderte ya no es miedo, es una realidad. Y estoy seguro nunca jamás encontraré a alguien como tú.

Con todo mi amor para Ti. I.