miércoles, 18 de febrero de 2009

Una flor entre la suerte y el destino

A veces cuando piensas que la suerte y el destino son solo palabras repetitivas y conceptos creados más para ilusionarte que para tomar en cuenta; cuando crees que eres tan autosuficiente como para decidir y actuar guiando el rumbo de todos los hechos. Te suelen pasar cosas que te dejan pensando, historias increíbles que recordarás con mas pasión que todos los logros y conquistas que conseguiste por merito propio. Porque es ahí donde entiendes que algo misterioso y mágico se confabuló para crear una historia que sobrepasa la realidad de tus creencias y marca los grandes recuerdos de tu corazón.

Dos viajes, dos vidas, dos tiempos tan diferentes se juntaron en un bar para contar una historia que empieza así: Era uno de esos viajes que frecuentemente hago acompañado de una pequeña maleta y unos cuantos libros. Mas que por el hecho de conocer estaba marcado por la idea de poder desestresarme un poco de la vida de una ciudad como Lima que lo tiene todo y a la vez no tiene nada. Sin dudar volví a tomar la ruta del sur, Ica, Arequipa y Cusco como destino final, una ciudad histórica que esta llena de energía, un lugar donde puedes no dormir, caminar todo el día por los mismos paisajes donde habitaron los incas y llegar a tu hotel con ganas de bañarte lo mas pronto posible y salir a beber un poco y bailar toda la noche en sus bares tan típicos y cosmopolitas en el mundo. Un lugar donde pierdes la noción de los días y respiras aires de grandeza.

Esta era una noche fría y larga, no era el lugar el motivo de mis quejas, ni el tiempo ni el ambiente, era mi gran tristeza por la cruel idea que al día siguiente tenía que volver a mi segunda vida, la que nunca elegí tomar, pero fue y será así.

La idea de despedirme del Cusco durmiendo me termino dando fuerzas y motivando para tomar un par de cubas libres, unos mojitos y despedirme de la gente tan cálida y despojada de algunos amigos que siempre me esperan con la misma sonrisa y el cariño de una familia de raíces comunes. Fui a despedirme de Carlos el instructor de baile latino para las turistas, Juan el barman del Uptown y Diego el DJ feliz.

Me senté en la barra y me dieron como siempre el happy hour que acostumbro a beber, dos cubas libres con harto limón, seguido de un par de mojitos con bastante ron blanco. La idea de conocer a alguien, flirtear o bailar no marcaba el rumbo de mis expectativas, así que me dedique a conversar con mis amigos y ver por el espejo de la barra el comportamiento y los contactos entre cusqueños, turistas y amigos del local. Un momento de análisis que me ayudo a desprenderme de la energía negativa y ver la simplicidad de las cosas, creo que mis sentidos se fueron agudizando a un nivel que pareces mirar fijamente algo y ves y sientes todo alrededor del punto visual, perdido completamente de la conversación. Fue el momento que el reflejo del espejo me regalo la pintura perfecta de unos ojos color cielo, una sonrisa que emana alegría y un cabello claro ondulado que bailaba al ritmo de la música que movía mis pies. Me desconcentro mas la imagen de esa persona que interactuaba con el resto de chicos y chicas pero que conversaba conmigo con su dulce mirada gracias al espejo perfectamente ubicado en la barra. Fueron cerca de treinta minutos que me confirmaron que la lógica a veces discute con la razón y los números pelean con la teoría de las probabilidades, un gran problema porque nunca entendí porque justo a 7 horas de regresar al lugar donde viví 24 años me di cuenta que había 0,000001 posibilidades que esto me sucediese aquel momento, aquel día y aquel instante. Mas increíble aún porque decidí ignorar todas las señales y jugar al perdedor. Me fui a recoger mis cosas del guardarropa para retirarme y quedarme toda esa noche pensando en esa bella mujer que se presentó coincidentemente ese día, a esa hora y en ese bar. Mas loco aún porque al salir me encontré con Carlos el instructor de salsa que me obligó en pocas palabras a tomar el ultimo happy hour de la noche con él, regresamos y nos paramos junto al estrado, deje mis cosas en un rincón conversamos un poco y nos pusimos a bailar en el estrado, recordando mis mejores noches en ese pleno lugar. Fue tan sincero ese momento que olvide a la chica del otro mundo, ya me había hecho la idea que la chica tan bella fuese abordada por tanto galán y chicos tan bien parecidos que había en la disco. Instante que sentí un fuerte jalón de la mano, voltíe y vi a la misma chica que trate de olvidar por la lógica tonta de las tristes probabilidades. Mis sentidos florecieron otra vez y escuche una voz suave con acento argentino que decía: …voz me miraste toda la noche y pretendés ignorarme como si no existiese, vení y baila conmigo.

Al ver a esa figura tan inocente, tan tierna, tan dócil y vulnerable preferí dejar de bailar tan efusivamente con ella para invitarle un trago y sentarnos a conversar (cosa que me entretiene mas), me di con la sorpresa que la niña linda que hablaba inconfundiblemente como argentina en realidad era de California, (había viajado muchas veces al país gaucho) y habia caído inesperadamente, recorriendo miles de km al sur, puesto que su rumbo real era Argentina, visitar a sus amigos y familiares en Buenos Aires y su pequeño paseo por Perú fue tan corto que tenía solo un dia mas en su pronta estadía por el Cusco para visitar las mágicas ruinas de Macchu Picchu. En medio de esa conversación mi mente seguía jugando con las cifras y posibilidades, números y la triste realidad de estar contando las pocas horas que me quedaban para volver, al igual que para vivir ese momento y esa acogedora ciudad. Una pregunta inesperada me volvió a la realidad, tomando mis manos ella preguntó si podía acompañarla y hacer el tour juntos. La verdad es que sabía que era imposible y renegaba internamente de vivir sin esa libertad de hacer siempre lo que me provoca y cambiar intempestivamente el rumbo de mi vida, mi silencio definió mi respuesta, entre sus suaves palabras, sus ojos azules y el juego de mis dedos rozando rozando los suyos, me perdí unos bellos minutos, hasta cuando ella se dió cuenta que ni yo la miraba a los ojos ni ella se concentraba en los mios, solo le dije que tanta coincidencia y casualidad girarían el mundo mil veces para juntarnos en alguna otra ciudad y momento. Le dije también que si no la volvería a ver sería tan fuerte su recuerdo que la convertiría en parte de mis grandes historias, antes de terminar y decirle que prefería dejar las cosas perfectas tal como acontecieron, sentí sus labios hundirse y fusionarse con los mios, nunca tuve un instante así como de una despedida perfecta sin tristeza alguna, encantadora experiencia, algo me decía inconcientemente y me dice hasta el día de hoy que esa flor aparecerá entre la suerte y el destino para escribir alguna nueva aventura de mis peripecias en el traumático mundo del amor.
Antes de terminar quería contarles que la bella doncella me escribió esta semana desde California contándome que me recuerda con cariño esa noche, que tiene un novio argentino y que le encantó como relate el momento que vivimos. Hasta mañana Alice, gracias.